Esquizofrenia catatonita

Esquizofrenia catatónica: qué es, síntomas y cómo se trata

Durante mi práctica clínica, he conocido personas que pasan días enteros sin moverse, sin hablar, con la mirada perdida y el cuerpo completamente rígido. Otras que repiten una palabra una y otra vez, o que adoptan posturas extrañas durante horas sin inmutarse. Al principio, cuesta entender lo que está ocurriendo. Pero cuando aparece un patrón de alteraciones motoras profundas, lo que observamos puede ser esquizofrenia catatónica.

La esquizofrenia catatónica es una de las formas más impactantes y desconcertantes de este trastorno mental. Aunque hoy ya no se clasifica como un subtipo independiente en los manuales diagnósticos, sigue siendo una manifestación clínica de enorme relevancia por su gravedad, su particularidad y las complicaciones que puede traer si no se detecta a tiempo.

Este artículo está pensado para ayudarte a comprender en profundidad qué es la esquizofrenia catatónica, cómo se define actualmente, y por qué es importante distinguirla de otros tipos de esquizofrenia o trastornos psiquiátricos.

¿Qué es la esquizofrenia catatónica?

Cuántos tipos de esquizofrenia existen según la ciencia? La esquizofrenia catatónica fue durante décadas considerada un subtipo específico del trastorno. Las personas que la presentaban se caracterizaban principalmente por alteraciones motoras severas, a diferencia de otras formas donde predominaban los delirios o alucinaciones. Sin embargo, con los avances en la comprensión de la catatonia como fenómeno clínico más amplio, hoy se sabe que esta no se limita solo a la esquizofrenia.

Por eso, en los manuales diagnósticos más recientes, como el DSM-5, ya no se habla de “esquizofrenia catatónica” como un subtipo, sino de esquizofrenia con síntomas catatónicos. La diferencia no es solo semántica: implica reconocer que la catatonia es un síndrome motor complejo que puede presentarse en diversos contextos, incluyendo trastornos afectivos, trastornos neurológicos y cuadros médicos generales.

Evolución del concepto: del subtipo al especificador

Durante años, se pensaba que la catatonia era exclusiva de la esquizofrenia. De hecho, en el DSM-IV todavía existía como una categoría diagnóstica: “esquizofrenia catatónica”. Esta idea cambió con el tiempo, al observarse que la catatonia también aparece en personas con depresión grave, trastorno bipolar o incluso en contextos médicos como infecciones o epilepsia.

Hoy se considera que la catatonia es un especificador. Es decir, no se diagnostica por sí sola, sino que se añade a otro diagnóstico principal. En el caso que nos ocupa, se hablaría de una esquizofrenia con características catatónicas cuando se presentan ciertos síntomas motores característicos dentro del cuadro esquizofrénico.

Este cambio ha sido clave para mejorar el tratamiento. Permite abordar la catatonia con más precisión, sin confundirla con otras alteraciones del movimiento o con estados psicóticos que requieren intervenciones diferentes.

¿Qué es la catatonia?

La catatonia es un síndrome clínico caracterizado por una amplia gama de síntomas psicomotores. Puede incluir desde la inmovilidad total (estupor), hasta la agitación sin propósito, pasando por mutismo, negativismo, rigidez muscular, movimientos repetitivos o mímica exagerada.

Aunque históricamente se la ha vinculado con la esquizofrenia, estudios más recientes muestran que menos del 10% de los casos de catatonia se presentan en pacientes con esquizofrenia. Aun así, cuando aparece en este contexto, suele ser grave y requerir atención urgente.

Algunos síntomas clave que definen la catatonia, según criterios clínicos actuales, incluyen:

  • Estupor: falta total de movimiento y respuesta al entorno.
  • Mutismo: ausencia de habla, sin que haya daño físico en el aparato fonador.
  • Flexibilidad cérea: el cuerpo se mantiene en la posición en que otra persona lo coloca, como si fuera de cera.
  • Negativismo: resistencia activa o pasiva a realizar lo que se le pide.
  • Ecolalia: repetición automática de palabras que otra persona acaba de decir.
  • Ecopraxia: imitación automática de movimientos realizados por otros.

Para poder hablar clínicamente de catatonia, deben estar presentes al menos tres de estos síntomas, según los criterios diagnósticos actuales.

Reconocer los síntomas catatónicos dentro de la esquizofrenia no solo permite un diagnóstico más preciso: puede ser la clave para salvar una vida. Algunas formas severas, como la catatonia maligna, pueden poner en riesgo la vida por sus complicaciones físicas si no se tratan rápidamente.

¿Cómo se manifiesta la catatonia en la esquizofrenia?

La catatonia dentro del contexto de la esquizofrenia se presenta con un conjunto de síntomas motores intensos y llamativos, que alteran profundamente la conducta y la interacción con el entorno. A diferencia de otras formas del trastorno donde predomina la alteración del pensamiento o de la percepción, aquí el cuerpo se convierte en el principal canal de expresión del sufrimiento mental.

Los síntomas catatónicos no siempre aparecen de forma repentina. A veces se desarrollan de manera progresiva, lo que puede generar confusión diagnóstica, especialmente si no se reconocen sus señales tempranas. También pueden presentarse de forma fluctuante, alternando entre periodos de inmovilidad y momentos de agitación intensa.

Uno de los grandes desafíos de la esquizofrenia con características catatónicas es que puede parecer, a simple vista, un estado depresivo grave, un trastorno neurológico o incluso una respuesta al trauma. Por eso, conocer en detalle sus manifestaciones es esencial para evitar errores clínicos y ofrecer el tratamiento adecuado a tiempo.

Estupor y mutismo

Uno de los signos más impactantes de la catatonia es el estupor, que se manifiesta como una ausencia total de movimiento voluntario. La persona puede pasar horas o incluso días sin moverse, sin hablar, sin reaccionar ante estímulos externos. Permanece en silencio, con la mirada fija, como congelada.

Este cuadro suele ir acompañado de mutismo, es decir, la incapacidad o negativa a hablar. No se debe a daño físico en la garganta ni a timidez extrema: simplemente, la persona no puede o no logra emitir palabras, como si algo dentro de ella se hubiera desconectado del mundo exterior.

Ambos síntomas pueden hacer que la persona parezca “ausente” o “en coma”, cuando en realidad está viva, consciente y sufriendo en silencio. Esta experiencia, aunque difícil de describir, puede estar cargada de miedo, confusión o dolor emocional profundo.

Rigidez y flexibilidad cérea

Otro síntoma distintivo es la rigidez muscular, en la que la persona mantiene posturas anormales durante largos periodos sin cambiar de posición ni mostrar molestia, incluso si resultan incómodas o dolorosas.

En algunos casos aparece la flexibilidad cérea, una manifestación sorprendente donde el cuerpo se comporta “como si fuera de cera”. Al mover un brazo o una pierna, el profesional nota poca resistencia, y la extremidad queda en la nueva posición como si fuera maleable. Es un síntoma muy específico y característico de los estados catatónicos.

Esta rigidez no es voluntaria, y muchas veces la persona no puede explicar por qué se queda en esa postura. Tampoco responde si se le pide que se mueva, lo que puede confundirse con terquedad, pero en realidad es una manifestación neurológica del trastorno.

Negativismo

El negativismo consiste en una resistencia activa o pasiva a las instrucciones del entorno. Por ejemplo, si se le pide que levante una mano, puede hacer exactamente lo contrario o no moverse en absoluto. Si se intenta ayudarle a caminar, puede resistirse sin decir palabra.

Esta conducta no es caprichosa ni deliberada. Forma parte de la desconexión interna que caracteriza la catatonia, donde las órdenes externas no generan una respuesta coherente en el cuerpo o la mente.

En contextos clínicos, esto puede dificultar los cuidados básicos, como la higiene, la alimentación o incluso el tratamiento farmacológico, y aumentar el riesgo de complicaciones físicas.

Movimientos repetitivos, manierismos y estereotipias

En otras personas, la catatonia se manifiesta con lo contrario: actividad motora excesiva y sin propósito. Es decir, se mueven constantemente, pero de forma repetitiva, rígida o desconectada del entorno.

Algunos ejemplos incluyen:

  • Manierismos: movimientos exagerados o teatrales que no corresponden a la situación.
  • Estereotipias: gestos o conductas que se repiten una y otra vez, sin sentido aparente, como balancearse, golpear una mesa o mover los dedos.
  • Posturas extrañas: adoptar y mantener posiciones corporales inusuales por largos periodos.
  • Ecolalia y ecopraxia: repetir las palabras o los movimientos de otras personas sin intención aparente.

Estas conductas pueden parecer excéntricas o incluso provocativas, pero en realidad son expresiones del desequilibrio profundo que genera la catatonia. No se trata de decisiones conscientes, sino de automatismos generados por una alteración en el sistema nervioso central.

Agitación catatónica

La agitación sin propósito es otra posible manifestación de la catatonia. En este caso, la persona se mueve de forma intensa, pero sin dirección ni objetivo claro. Puede gritar, empujar objetos, caminar en círculos, gesticular con violencia, pero sin que haya una causa aparente.

Este estado es peligroso tanto para la persona como para quienes la rodean. No porque quiera hacer daño, sino porque su conducta está desorganizada, y puede lesionarse accidentalmente o generar accidentes si no se interviene a tiempo.

A diferencia de otros episodios de agitación en salud mental, en la catatonia esta hiperactividad puede coexistir con momentos de rigidez, mutismo o gestos mecánicos. Es decir, el mismo cuerpo puede pasar de la quietud total al descontrol motor, sin una transición clara.

La variedad de síntomas catatónicos dentro de la esquizofrenia refleja la complejidad de este cuadro. Ninguna persona los presenta todos, y cada caso requiere una evaluación cuidadosa para distinguir si realmente se trata de una catatonia o de otro tipo de alteración. Por eso, una observación clínica atenta y un conocimiento profundo de estos signos son claves para actuar de forma rápida y eficaz.

¿Por qué aparece la catatonia en la esquizofrenia?

Entender por qué una persona desarrolla síntomas catatónicos dentro de un cuadro de esquizofrenia requiere explorar tanto factores biológicos como contextuales. La catatonia no es una reacción voluntaria ni una “manera rara” de comportarse. Es un síndrome neuropsiquiátrico complejo, que surge por alteraciones profundas en los sistemas que regulan el movimiento, la respuesta al entorno y la integración emocional.

En mi experiencia, muchas familias se sienten confundidas o incluso culpables cuando alguien cercano empieza a presentar este tipo de síntomas. La pregunta más común es: “¿Por qué le pasa esto?” Y aunque no siempre hay una respuesta única, hoy sabemos mucho más sobre las causas posibles de la esquizofrenia catatónica y sus mecanismos.

Alteraciones en el sistema nervioso central en la esquizofrenia catatónica

Diversas investigaciones señalan que la catatonia puede estar relacionada con alteraciones en la actividad de neurotransmisores como la dopamina, el GABA y el glutamato. Estas sustancias químicas son fundamentales para el funcionamiento del cerebro, y cuando se desregulan, pueden generar síntomas graves tanto a nivel motor como emocional.

En el caso de la esquizofrenia, la dopamina ya se sabe que juega un rol importante en los síntomas psicóticos. Pero en la catatonia, también se ha observado hipoactividad del sistema GABAérgico, lo que se traduce en una disminución de la inhibición motora normal. Es como si el cerebro no pudiera modular adecuadamente cuándo moverse y cuándo detenerse.

Además, hay estudios que indican disfunciones en circuitos específicos del cerebro, como el tálamo, el cuerpo estriado y la corteza prefrontal, todos ellos involucrados en el control motor y la integración de estímulos. Esta alteración neurobiológica explicaría por qué la catatonia no se limita a la esquizofrenia, sino que también aparece en otras condiciones.

Factores genéticos y vulnerabilidad individual

Como en la mayoría de los trastornos psiquiátricos, la vulnerabilidad a desarrollar esquizofrenia catatónica no depende de una sola causa, sino de la interacción entre predisposición genética y factores del entorno.

En algunas familias, hay antecedentes de trastornos psicóticos o afectivos, lo que sugiere cierta herencia. Pero no es una regla. Hay personas sin historial familiar que desarrollan catatonia, y otras con antecedentes que nunca la presentan.

Lo que sí parece claro es que ciertas personas tienen una susceptibilidad mayor a responder con síntomas motores intensos frente al estrés psicológico, la disociación o ciertos medicamentos.

Factores ambientales, médicos y traumáticos en la esquizofrenia catatónica

Algunas condiciones del entorno o del cuerpo pueden actuar como desencadenantes de la catatonia, especialmente en personas ya vulnerables. Entre ellos:

  • Estrés psicológico extremo, especialmente en contextos de hospitalización, aislamiento o abuso.
  • Infecciones o enfermedades sistémicas que afectan el sistema nervioso.
  • Consumo o suspensión abrupta de medicamentos psiquiátricos, especialmente antipsicóticos o benzodiacepinas.
  • Trauma psicológico severo, que puede activar respuestas de defensa rígidas o de inmovilidad extrema.

La catatonia también se ha visto en cuadros médicos como epilepsia, lupus, VIH, encefalitis, entre otros. Esto ha llevado a algunos expertos a proponer que más que un síntoma psiquiátrico, es una forma de respuesta global del cerebro a un estado de desequilibrio grave.

Frecuencia y contexto en la esquizofrenia catatónica

Aunque la catatonia no es el síntoma más común en esquizofrenia, sigue siendo una manifestación importante. Se estima que entre un 5% y 15% de las personas con esquizofrenia pueden presentar síntomas catatónicos en algún momento de su vida.

Suele aparecer en contextos agudos, como durante una primera crisis psicótica, una recaída o una hospitalización prolongada. También puede surgir como efecto secundario de ciertos fármacos, o por la interacción entre varios factores físicos y emocionales.

La buena noticia es que, si se detecta a tiempo, la catatonia responde bien al tratamiento. Pero si no se reconoce, puede llevar a complicaciones graves, como desnutrición, trombosis, infecciones o incluso muerte en los casos más severos.

Por eso, más allá del diagnóstico general de esquizofrenia, es fundamental que los equipos de salud estén entrenados para identificar y tratar de manera específica los síntomas catatónicos. No se trata solo de un “tipo raro” de esquizofrenia, sino de una condición médica urgente que requiere intervención inmediata y especializada.

Riesgos asociados y evolución de la esquizofrenia catatónica

Cuando una persona presenta síntomas catatónicos dentro de un cuadro de esquizofrenia, no estamos solo frente a una alteración del movimiento o del comportamiento. Estamos ante una condición que puede poner en riesgo su salud física, emocional e incluso su vida, si no se detecta y trata a tiempo.

He visto cómo la catatonia puede pasar desapercibida durante días en un entorno no especializado, hasta que el cuerpo comienza a mostrar señales de agotamiento: deshidratación, rigidez extrema, úlceras por presión. Por eso es fundamental conocer los riesgos concretos asociados a este estado, así como su posible evolución a largo plazo.

Complicaciones físicas graves

Cuando la catatonia se mantiene durante varios días o semanas, el cuerpo comienza a resentirse de forma progresiva. Las personas en estado catatónico no se alimentan, no beben agua, no se mueven. Esto genera múltiples complicaciones físicas que pueden ser letales si no se actúa a tiempo.

Entre los principales riesgos están:

  • Desnutrición y deshidratación: al no comer ni beber, la persona puede entrar rápidamente en un estado de debilidad extrema.
  • Úlceras por presión: permanecer inmóvil durante horas o días genera heridas profundas en la piel, especialmente en espalda, caderas y talones.
  • Trombosis venosa profunda: la falta de movimiento favorece la formación de coágulos en las piernas, que pueden derivar en una embolia pulmonar.
  • Infecciones respiratorias: la inactividad física reduce la capacidad pulmonar, aumentando el riesgo de neumonías.
  • Contracturas y pérdida de masa muscular: la rigidez mantenida puede afectar la movilidad a largo plazo.

Estas complicaciones no son teóricas. Son una realidad clínica que puede surgir en pocos días si la persona no recibe cuidados médicos y nutricionales adecuados. Por eso, frente a cualquier sospecha de catatonia, la intervención debe ser inmediata.

Catatonia maligna: una urgencia médica

Existe una forma particularmente severa de este síndrome llamada catatonia maligna. Es poco común, pero extremadamente peligrosa. Se caracteriza por una combinación de síntomas catatónicos con signos de deterioro sistémico:

  • Fiebre alta persistente
  • Presión arterial y frecuencia cardíaca inestables
  • Rigidez muscular intensa
  • Alteración del estado de conciencia

La catatonia maligna puede progresar rápidamente y llevar a la muerte si no se trata con urgencia. Es por eso que cualquier caso de catatonia acompañada de fiebre, taquicardia o confusión debe ser evaluado de inmediato por un equipo médico con experiencia en salud mental.

El tratamiento en estos casos puede requerir internación en UCI, administración de benzodiacepinas a altas dosis o terapia electroconvulsiva urgente.

Pronóstico y evolución a largo plazo

El pronóstico de la esquizofrenia catatónica depende de varios factores:

  • Tiempo que se tarda en iniciar el tratamiento: cuanto antes se actúe, mayor probabilidad de recuperación.
  • Acceso a un abordaje integral: combinar medicación, intervención psicológica, monitoreo físico y apoyo familiar.
  • Presencia de otras enfermedades: si la persona tiene condiciones médicas crónicas o deterioro cognitivo previo, la recuperación puede ser más lenta.
  • Red de apoyo: el aislamiento o la falta de contención familiar suele empeorar el pronóstico.

En muchos casos, la catatonia responde bien al tratamiento y no vuelve a presentarse. Pero en otros, puede volverse recurrente o residual, es decir, aparecer en cada recaída o dejar síntomas motores persistentes.

Además, la experiencia de haber vivido un episodio catatónico puede dejar secuelas psicológicas: miedo, vergüenza, sensación de vulnerabilidad o desconexión con el propio cuerpo. Estos efectos también deben ser abordados en el tratamiento, no solo desde lo médico, sino desde lo emocional.

No podemos hablar de esquizofrenia catatónica sin considerar la dimensión física del sufrimiento. A menudo, en salud mental nos centramos en los síntomas visibles o conductuales, y olvidamos que el cuerpo también paga un precio alto. Reconocer y actuar sobre estos riesgos no solo salva vidas, sino que mejora radicalmente la recuperación a largo plazo.

¿Cómo diagnosticar correctamente la catatonía en la esquizofrenia?

Uno de los mayores desafíos clínicos de la esquizofrenia catatónica es el diagnóstico. Muchas veces, los síntomas se confunden con otros trastornos psiquiátricos, condiciones neurológicas o incluso con efectos secundarios de medicamentos. La persona puede ser catalogada como “resistente”, “difícil” o “poco colaboradora”, cuando en realidad está atravesando un cuadro catatónico que necesita una intervención urgente y específica.

He visto casos en los que el diagnóstico llegó semanas después del inicio de los síntomas, con un deterioro físico y emocional ya avanzado. Para evitar esto, es clave entender cómo se evalúa la catatonía y qué herramientas existen para diferenciarla de otras condiciones.

Evaluación clínica: el primer paso esencial para detectar la esquizofrenia catatónica

La catatonia no se detecta mediante análisis de sangre ni estudios de imagen. Se diagnostica a través de la observación clínica directa, prestando atención a comportamientos motores, verbales y posturales muy específicos.

El profesional de salud mental debe observar:

  • Cómo se mueve (o no se mueve) la persona.
  • Si responde a estímulos o preguntas.
  • Cómo mantiene su postura.
  • Si hay repeticiones de movimientos o palabras.
  • Si hay signos de rigidez, resistencia o automatismos.

Estos síntomas deben ser evaluados sistemáticamente, no solo en una sesión, sino a lo largo del tiempo, ya que pueden fluctuar.

El diagnóstico de catatonía se establece generalmente si la persona presenta al menos tres de los siguientes síntomas:

  1. Estupor
  2. Catalepsia
  3. Flexibilidad cérea
  4. Mutismo
  5. Negativismo
  6. Postura mantenida
  7. Manierismos
  8. Estereotipias
  9. Agitación sin causa aparente
  10. Ecolalia
  11. Ecopraxia

No todos los pacientes presentan todos estos signos, y algunos pueden ser más sutiles que otros. De ahí la importancia de una observación clínica atenta y experta.

Escalas clínicas: Bush–Francis y otras herramientas

Una de las escalas más utilizadas para evaluar la catatonía es la Bush–Francis Catatonia Rating Scale (BFCRS). Esta herramienta incluye una lista de ítems observables que permiten identificar la presencia y la intensidad de los síntomas catatónicos.

Esta escala es especialmente útil en entornos hospitalarios o cuando el personal no está familiarizado con la catatonía, ya que proporciona una guía clara y objetiva. También se puede utilizar para monitorear la respuesta al tratamiento: si los síntomas disminuyen tras la administración de benzodiacepinas, por ejemplo, es un fuerte indicador de que se trata efectivamente de catatonía.

Además de la BFCRS, existen otros instrumentos como la Escala de Rogers o la Escala de Northoff, aunque se utilizan con menor frecuencia.

Diagnóstico diferencial: distinguir la catatonía de otras condiciones

Una parte crítica del diagnóstico es descartar otras posibles causas que imitan la catatonía. Algunas condiciones con síntomas similares incluyen:

  • Delirium: aunque también hay alteración del estado de conciencia, el delirium suele ser fluctuante, con desorientación, alucinaciones y cambios rápidos. La catatonia es más estable en su presentación.
  • Síndrome neuroléptico maligno: se presenta con fiebre, rigidez extrema, confusión y alteraciones autonómicas, pero suele estar relacionado con el uso reciente de antipsicóticos.
  • Trastornos neurológicos: como epilepsia, parkinsonismo, enfermedad de Wilson o accidentes cerebrovasculares, que pueden generar inmovilidad, rigidez o cambios de conducta.
  • Estados disociativos o fóbicos extremos, en los que la persona parece desconectada, pero mantiene capacidad de interacción mínima o selectiva.

El error diagnóstico no es menor: administrar antipsicóticos a una persona con catatonia no identificada puede empeorar drásticamente el cuadro o precipitar una catatonia maligna. Por eso, siempre que se observe un cuadro de inmovilidad, mutismo o agitación extraña, debe considerarse la posibilidad de catatonía antes de cualquier intervención.

El diagnóstico adecuado no solo orienta el tratamiento, sino que también da sentido a lo que está ocurriendo. Muchas familias, al recibir esta explicación, sienten alivio. Por fin alguien les pone palabras a lo que han estado viendo y viviendo. Esa claridad puede ser el primer paso hacia la recuperación.

Cómo abordar la esquizofrenia catatónica con eficacia

Tratar la esquizofrenia catatónica implica mucho más que prescribir una medicación. Requiere una intervención rápida, cuidadosa y multidisciplinaria. He trabajado con personas que, tras días o semanas inmóviles o atrapadas en patrones repetitivos, logran una mejora significativa en cuestión de horas, simplemente al recibir el tratamiento adecuado. Esa rapidez en la respuesta puede salvar vidas y evitar años de sufrimiento.

La clave está en reconocer la catatonia como una urgencia médica y no solo psiquiátrica, y en adaptar el tratamiento no solo a los síntomas, sino también a la historia personal y las necesidades de quien la padece.

Benzodiacepinas: el primer recurso terapéutico

El tratamiento de elección para la catatonia es el uso de benzodiacepinas, especialmente el lorazepam. Este fármaco, que actúa sobre el sistema GABA, suele tener un efecto rápido, en ocasiones en menos de 24 horas. La respuesta positiva a lorazepam es incluso utilizada como prueba diagnóstica: si el paciente mejora tras una dosis, es muy probable que se trate de catatonia.

  • La dosis inicial puede ir desde 1 a 2 mg por vía oral o intramuscular.
  • Se puede repetir cada pocas horas hasta observar mejoría.
  • Si hay respuesta clara, se continúa con el tratamiento y se ajusta la dosis gradualmente.

Este enfoque no solo es efectivo, sino que puede evitar internaciones prolongadas, inmovilización forzada o intervenciones más agresivas. En muchos casos, el uso temprano de lorazepam revierte completamente los síntomas catatónicos.

Terapia electroconvulsiva (TEC): una herramienta segura y efectiva

Cuando las benzodiacepinas no funcionan, o en casos de catatonia maligna, la terapia electroconvulsiva (TEC) es el tratamiento más eficaz disponible. Aunque sigue generando temor o estigma, la TEC moderna es un procedimiento seguro, realizado bajo anestesia y con monitoreo constante.

Su efectividad en catatonia es ampliamente respaldada por la evidencia clínica. Puede:

  • Reducir síntomas en pocas sesiones.
  • Prevenir complicaciones físicas.
  • Restablecer el funcionamiento básico de la persona.

En entornos hospitalarios especializados, la TEC es parte fundamental del protocolo ante catatonias graves. No debe reservarse como última opción, sino considerarse desde el principio si la condición lo justifica.

Antipsicóticos: uso con extrema precaución

El uso de antipsicóticos en personas con catatonia debe manejarse con mucho cuidado. Aunque estos fármacos son esenciales en el tratamiento general de la esquizofrenia, pueden empeorar la catatonia o desencadenar un síndrome neuroléptico maligno si se administran sin haber resuelto previamente el cuadro catatónico.

En fases posteriores, cuando los síntomas catatónicos han remitido, se pueden introducir antipsicóticos atípicos de forma gradual, siempre bajo supervisión médica intensiva. Nunca deben ser el primer paso en el abordaje de la catatonia.

Abordaje integral: mucho más que medicación

El tratamiento farmacológico es solo una parte del proceso. La recuperación de una persona con esquizofrenia catatónica también depende de un entorno seguro, contención emocional y acompañamiento terapéutico continuo.

Un abordaje integral incluye:

  • Soporte nutricional y cuidados físicos, especialmente si la persona ha estado inmóvil o deshidratada.
  • Psicoterapia adaptada, que trabaje la reconexión con el cuerpo, el entorno y el lenguaje.
  • Psicoeducación familiar, para ayudar al entorno a comprender lo que ocurre y actuar de forma protectora y empática.
  • Rehabilitación psicosocial, orientada a recuperar rutinas, habilidades sociales y autonomía funcional.

La intervención de un equipo interdisciplinario es fundamental: psiquiatras, psicólogos, terapeutas ocupacionales, enfermeros y familiares comprometidos pueden marcar la diferencia entre una evolución negativa o una recuperación profunda y sostenida.

En Mindy, entendemos que enfrentarse a un trastorno como la esquizofrenia catatónica puede ser aterrador, tanto para quien lo vive como para su entorno. Por eso ofrecemos atención psicológica especializada, con cobertura Fonasa, que se adapta a cada etapa del proceso. Ya sea para acompañar el tratamiento médico, trabajar en la recuperación emocional o apoyar a la familia, puedes contar con nosotros. Actuar a tiempo es esencial. Y nunca es demasiado tarde para empezar a sentirse mejor.

En la esquizofrenia catatónica no olvides que

La esquizofrenia catatónica es una de las expresiones más complejas y urgentes de los trastornos mentales. No se trata solo de una forma “rara” de esquizofrenia, sino de una condición real, peligrosa y profundamente desreguladora que requiere atención inmediata y especializada. Las alteraciones motoras, el mutismo, la rigidez, los movimientos repetitivos o la desconexión extrema no son actitudes voluntarias ni simples “caprichos”: son síntomas de un sistema nervioso desbordado, que está pidiendo ayuda de la forma más intensa posible.

Lo más importante que quiero transmitirte es esto: la catatonia tiene tratamiento. Con el enfoque correcto, muchas personas se recuperan rápidamente y pueden retomar su vida con estabilidad y dignidad. Pero para que eso ocurra, es necesario reconocer los signos, actuar con rapidez y ofrecer un acompañamiento que sea humano, informado y sostenido en el tiempo.

En Mindy, sabemos lo difícil que es atravesar momentos así, y también sabemos lo transformador que puede ser recibir ayuda adecuada a tiempo. Si tú, alguien de tu familia, o alguien cercano presenta síntomas compatibles con esquizofrenia catatónica, te invito a que no lo enfrentes solo. Nuestro equipo de profesionales está preparado para escucharte, orientarte y acompañarte, desde la primera sesión, con respeto y sin juicios.

Y si tienes Fonasa, puedes acceder a atención psicológica online con cobertura, de forma accesible y sin listas de espera. El tratamiento comienza con un paso simple: pedir ayuda. Estamos aquí para darte esa respuesta.


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